MI VISION DEL TAOISMO
El Taoísmo enseña que vivimos dentro de un gran misterio, somos un gran misterio, y nada es más interesante que eso. Ese misterio es el causante de que cada cultura haya creado sus distintas formas de ver la vida, con la poética epopeya de dioses y demonios, y es el que permite que los científicos más distinguidos queden anonadados ante la infinita y magnánima nebulosa del Universo. A todo este Misterio los taoístas le llamaron Tao, el Camino de todas las cosas, y la impermanencia es la forma que tiene de actualizar los datos según las épocas y el sentido propio del movimiento universal.
La vida es un maravilloso viaje, es el camino del pleno equilibrio, es la manifestación de la perfecta armonía. Cuando se vive en equilibrio, la vida se vuelve más suave, duradera, profunda y agradable, pero cuando se pierde el equilibrio, ésta se vuelve áspera, corta, superficial y desagradable. No importa quienes seamos o como nos veamos, si no se vive en un perfecto equilibrio la vida se torna un vaivén de circunstancias y emociones que nos desgastan con el paso del tiempo como el agua que acaricia los duros arrecifes.
Para un taoísta vivir es un arte, y las acciones son las expresiones más profundas del ser, controladas por los pensamientos que son las inspiraciones y decoradas con las palabras como magnífico ornamento. En la actualidad las personas se complican la existencia con enredados sistemas filosóficos, burdas especulaciones hipotéticas y limitadas estructuras litúrgicas. Vagan toda su vida buscando una identidad, una respuesta, una epopeya, y algunas ni saben qué es lo que buscan, simplemente no pueden dejar de buscar, buscar es un vicio.
Pero el taoísta se detiene, simplifica la existencia y se acomoda en lo objetivo, con una liturgia viva y mutable. Deja de buscar porque no se busca lo que jamás se ha perdido, y en esa quietud comienza a moverse, pero para adentro de sí mismo, alineándose con su entorno micro y macro-cósmico. Se detiene en el tiempo y en el espacio, contemplando todo su ser, mirando más allá de lo que se ve.
No vive preocupado con lo que se desea tener sino ocupado en disfrutar y valorar lo que ya tiene. No importa cuánto se viva, la vida siempre será demasiado corta cuando es agradable y demasiado larga cuando es sufrida, y al final uno no sabe de lo que es capaz de hacer hasta que no lo hace.
Es por eso que la objetividad es tan esencial para un taoísta. No se trata de renunciar al mundo ni de entregarse a él, se trata de saber comulgar con las circunstancias del momento sabiendo elegir cada paso según el objetivo primordial del ser humano. Para un taoísta lo más importante es vivir en armonía, esta armonía traerá paz y equilibrio, ingredientes básicos para alcanzar la felicidad. Pero para alcanzar la armonía hay que aprender a valorar la quietud, el silencio y el vacío; cuando consigues establecer estas tres cosas, todo retornará a su lugar, comprenderás por qué vives donde vives, qué es lo importante para ti y qué es lo necesario.
Y surgirá una acción y una palabra: Restauración. Tu vida necesitará de una restauración si rompió su relación con el destino, tu vida necesitará de una restauración si desea alinearse con el Tao. Por ello el Cultivo Taoísta, al ser traducido, significa, literalmente, Restauración del Camino.
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